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La inseguridad ciudadana en América Latina y cómo responder a ella

(Texto Argumentativo)

Los gobiernos de América Latina en general han aplicado diversos sistemas y medidas para intentar reducir la criminalidad, pero, ¿Cuál es la forma más apta para enfrentar este problema? La delincuencia y la inseguridad ciudadana que esta provoca, tienen su origen en las condiciones sociales presentes en esta gran zona del mundo, y por tanto, la solución debe partir desde allí.

En definitiva, la solución no son las grandes movilizaciones policiales, ni las llamadas “Mano Dura” y “Súper Mano Dura”, sino toda una política integral que involucre solucionar las causas de esta “enfermedad” y no sólo aliviar sus “síntomas”. (tesis)

Una política integral además de esfuerzos policiales, provee oportunidades desde la educación y el trabajo (en el caso latinoamericano principalmente para la población juvenil) y trabaja en problemas específicos como la drogadicción y la reforma de los delincuentes, haciendo distinción de las clases sociales de donde proviene el problema y cómo debe ser tratado en ese sentido. La Mano Dura no hace distinción, y en lugar de procurar una ayuda, estigmatiza a las clases sociales más bajas, dándole al pobre el carácter de delincuente por su proveniencia, castigando delitos pequeños, lo que según ese punto de vista impide delitos de mayor envergadura.

Algunos detractores del sistema integral dicen que los países exitosos y desarrollados han aplicado la mano dura y que se debe seguir este ejemplo. No obstante, se puede comprobar que países líderes en este campo, como Finlandia, han empleado un sistema totalmente contrario a la Mano Dura. De los países desarrollados, uno de los que más ha empleado políticas de Mano Dura es Estados Unidos, y es este país el que tiene una de las mayores criminalidades en el primer mundo.

Se podría alegar que en muchos casos se necesitan resultados a corto plazo, y que por esta razón el sistema integral no es viable pues necesita de más tiempo para demostrar efectos. Sin embargo, este argumento se cae por una sencilla razón: el aumento de las encarcelaciones (y por ende de la población carcelaria) no va de la mano con una disminución de la criminalidad. La prisión se transforma por el contrario en una “escuela” delictiva, donde se crean grandes estructuras de crimen, se forjan líderes y se fortalecen estos grupos. Está demás decir, estas acciones no atacan el problema de fondo y degeneran de forma instantánea en un agravamiento de la situación.

Parece que más que llevarse a cabo persiguiendo la efectividad, la política de Mano Dura es un instrumento populista, que persigue “demostrar” o “evidenciar” que el gobierno está tomando acciones en cuanto a la inseguridad. Pero evidentemente es a su vez una forma de evitar el Estado una política profunda y real, que asuma los problemas con una perspectiva efectiva y que no sólo mire la punta del témpano de la inseguridad ciudadana.

Es en tanto, dadas las condiciones de América Latina, contando con su subdesarrollo general e índices sociales, que los Estados de la región deben acudir a combatir la inseguridad ciudadana con una visión abierta e íntegra, lo que por supuesto no implica prescindir de la utilización de la fuerza policial, pero enfocando el esfuerzo a las áreas generadoras de la problemática desde todos los puntos posibles.

Simón Avilés A80728

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